martes, 2 de agosto de 2011

Gato Catolico

Doña Julia era una señora muy rica. Un día murió y al leer su testamento
encuentran que había dejado 600 mil dólares con instrucciones a su fiel
sirviente don Manuel para que destinara 300 mil de ese capital al
cuidado del gato y los otros 300 mil para los funerales del animal a
todo lujo, con misa cantada por 3 sacerdotes, mausoleo en el cementerio,
etc.

Don Manuel cuidó a Teodoro hasta que el gato murió seis meses después.
El hombre, deseoso de cumplir la voluntad de su finada patrona va a la
iglesia vecina y habla con el padre Juan:

"Oiga, padre, ¿cuánto valdría un entierro de primera clase, recogiendo
al muerto en la casa, trayendo al finado a la iglesia y haciéndole una
misa solemne con 3 sacerdotes, para después acompañarlo al cementerio
para que usted bendiga la tumba en el mausoleo?"

El religioso lo medita y suelta:

"Bueno, hijo, eso podría salir en unos 200 mil dólares, pero ¿quién es
el muerto?"

"El muerto es e! l gato Teodoro. Doña Julia lo quería mucho..."

El clérigo lo interrumpe furioso:

"¡¿Queeé?! ¿Usted quiere que yo haga el entierro de un gato? ¿Qué lo
recoja en la casa y le celebre una misa con 3 padres y vaya luego a
bendecir su tumba? ¡Fuera de aquí! ¡Lárgate o te saco a patadas de esta
santa casa de Dios! ¡Fuera!"

Cuando el cura sacaba al pobre tipo a empujones de la sacristía, éste
alcanzó a balbucir:

"No me empuje, señor cura, yo me voy. Iré a otra iglesia donde me puedan
recibir los 300 mil dólares que doña Julia dejó para el entierro de su
gato".

Al oír esto el sacerdote se detiene diciendo:

"Oiga, ¿qué fue lo que dejó la señora Julia?"

Verá usted, al morir doña Julia dejó 300 mil dólares para pagar el
entierro de su adorado gato. El pobre se murió ayer, y ella quería un
entierro solemne y especial para su adorado Teodoro".

Y sin que pudiera el hombre decir una palabra más, el cura lo interviene:

"¡Hombre, hombre, por amor de Dios! ! ¿Por q ué no me dijo usted que el
gato era católico?"

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