sábado, 30 de julio de 2011

El Enano, El Caballo y El Rey

En un antiguo reino medieval, un rey poseía un formidable caballo, todo
un semental, pero había un problema: el corcel estaba triste y no había
querido comer por más de dos semanas.

El monarca envía un decreto por todo el territorio ofreciendo la mano de
su hija la princesa, a quien lograra hacer reír al animal. Llegaron
comediantes, bufones y payasos de todo el reino pero ninguno lograba
hacer reír al caballo. En eso, aparece en el palacio un enano que dice
que puede hacer que el caballo se ría sin parar. Escéptico, el rey le da
la oportunidad preguntándose qué puede hacer este enano si ya muchos lo
han intentado sin éxito. El liliputiense se acerca al caballo y éste
repentinamente comienza a reír a carcajadas. El soberano tiene que
cumplir su propio decreto y entrega a su hija, la princesa, en
matrimonio al enano. La recién casada pareja se va a vivir a otro palacio.

En esos días, el caballo continúa con sus carcajadas y no puede parar de
reír. Pasan ! dos días, tres días, una semana, dos semanas y el caballo
no para de reír, no come y no duerme. El rey decide emitir otro decreto
prometiendo un cofre repleto de joyas a quien logre que el rocín vuelva
a estar triste porque prefiere al caballo como estaba al principio. De
todo el reino llegaron individuos despreciables, tristes, deprimentes y
ninguno lograba tener éxito. En eso llega nuevamente el enano y se le
acerca al caballo y lo deja más triste que al principio. Cuando el enano
se dispone a recoger su premio, el monarca lo detiene y le pregunta:

"¿Qué fue lo que hiciste cuando quería que el caballo se riera?"

"Fui y le dije que yo lo tengo mucho más grande que él".

"¿Y cuando lo quería triste otra vez que hiciste?"

"Me lo saqué y se lo enseñé".

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