Al cruzar por delante de un escaparate, un tontilandés se ve reflejado en el cristal, lo que provoca que se pase todo el día pensando:
"¿De qué conozco yo a ese tío que estaba en el escaparate? ¿Dónde lo he visto?"
Por la noche, ya acostado sigue dándole vueltas en la cabeza y al fin cae en cuenta:
"¡Coño, ya lo sé! ¡Es él que se corta el pelo delante de mí en la peluquería!"
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