Para Orar, todas las mañana
una monja iba por el parque
caminando
junto a un grupo de pupilas
cuando de repente divisó a la
distancia un hombre
acostado en el piso
completamente desnudo.
Ella pensó que sus alumnas
no debian ver ese cuadro y decidió
sacrificar su pudor,
sentándose sobre el hombre
y cubriéndolo
con su hábito.
Al rato de estar sentada,
se sintió 'iluminada' y comenzó a orar:
Ay Santa Rosa, como se llama esta cosa
Ay San Arturo, parece que algo está duro
Ay San Fernando, siento que algo está entrando
Ay San Vicente, es algo caliente
Ay San Benito, esto si que es bonito
Ay San Rolando, siento que me estoy mojando
Ay Santo Tomás, ya no aguanto más
Ay Santa Eternidad,perdi la virginidad
Ay San Clemente, que no se entere la gente
Ay Santa Canuta, que lindo habria sido ser puta
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