domingo, 19 de agosto de 2012

Ancianos

El médico otorrino atiende un viejecito millonario que había comenzado a usar un revolucionario aparato de audición:
- Y entonces, señor Almeida, ¿le gusta su nuevo aparato?
- Sí, es muy bueno.
- ¿Y a su familia le gustó?
- Todavía no se lo conté a nadie, pero ya cambié mi testamento tres veces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario