viernes, 31 de diciembre de 2010

Suegro

Un fornido campesino, entradito en los cuarenta (de esos que andan
metidos bien dentro el monte) llega a la consulta del médico del pueblo
cargando sobre los hombros a otro campesino mucho más joven que él.
Lo deposita en la camilla de examen y le dice al galeno:
Vea cómo le cura la herida en la nalga lo más pronto posible. Le he
pegado un balazo con la escopeta, como si se tratara de una liebre, que
no sufra, por favor, que se trata de mi yerno.
Pero, ¿Por qué le ha disparado a su propio yerno?, dice el médico
sorprendido.
Pues, realmente, cuando le pegué el tiro, todavía no era mi yerno.

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